martes, 8 de diciembre de 2009

Decisiones - B2


Le agarrás la mano en el trayecto y te es inevitable mirarla a los ojos. Son tan diferentes y tan parecidas. Como si fuese tu último instante de vida, cientos de imágenes pasan por tu cabeza: tu enojo al no tener la ropa planchada, tus lágrimas de bronca por el 9 en esa materia tan fácil... tantas horas furiosa por “problemas” que ahora se reducen a nada.

9 am. Sentada en la sala de espera estás por dormirte, cabeceás y la realidad se confunde con tu sueño, ese en el cual estás por aprobar tu última materia. El grito de Joaquín, hijo de Yesi, frustra el desenlace. Igual respirás alegría, saludás a la madre, ves al recién nacido y te retirás.

Cuando salís de la sala, ya no sos vos. Mirás a las personas de otra forma. Te entristecen los gemelos enfermos que custodian las puertas del Hospital de Urgencias. Le das dos pesos a la boliviana recostada en la Costanera, esa boliviana que siempre estuvo ahí pero que nunca viste.

El camino de vuelta a casa, nunca fue tan largo. Pensás y pensás. Le buscas explicaciones a tu forma de ser. Ya no te importa. La alegría mata las dudas, las mismas dudas que habían matado tu certeza interior.

21 pm. Hora de la cena. Hora de Tinelli. Tus padres extrañamente te miran orgullosos, vos mirás el tele aún aturdida. Algo cambió, debería ser el día más triste de tu adolescencia, pero no.

Algo cambió. Terminás de entender. Cambiaron tus prioridades. Te liberás y empezás a disfrutar. No te recibiste pero aprendiste una lección mucho más importante. Al fin entendés, hoy no viste nacer una persona sino dos.

FIN

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